2019-10-25

Ojos en el cielo de la agricultura

Otras tecnologías más amigables con el ambiente se aplican cada vez más para la producción de alimentos de más calidad.



El tractor aumentó la capacidad de trabajo 15 o 20 veces.
Entre las décadas de los 20 y 30 del siglo pasado irrumpió el tractor en la agricultura. Y en Estados Unidos, donde se dispone de datos estadísticos de la época, un tractor hacía el trabajo de unos 15 a 20 operadores de campo. Ello ocurrió cuando en la producción agropecuaria adoptó de manera más difundida un avance tecnológico desarrollado a partir de fines del siglo 19.




La siembra directa mejoró la agricultura en muchos ambientes distintos.
Otro hito que produjo cambios notables en el campo fue la siembra directa, que comenzó su protagonismo allá por los 60 y 70 aunque alcanzó su alto protagonismo por los años 80. Con ella se redujo la erosión del suelo, el tiempo necesario para el logro de cada cosecha, el consumo de energía y se mejoró el uso del agua. Todos esos cambios se notaron de manera superlativa. Hay ejemplos que mostraron como los costos de producción de un cultivo en aquellos años, se redujeron a la tercera parte.  



La agricultura de precisión aumentó la eficiencia en las tareas.

Algo más tarde la aparición de la agricultura de precisión, fue otra vuelta de tuerca aparecida a partir de los 90. Esta tecnología aumentó de manera notable la eficiencia en uso de los insumos, el uso de la tierra de cultivo, el uso del agua, el tiempo de trabajo, y en especial el tiempo de calibración y de la puesta a punto de los equipos.

Ahora, otra etapa en esta evolución es la aplicación de la tecnología de información y comunicación (TIC) a la que la agricultura. Con estos recursos se procura aumentar la producción de alimentos. Se espera de acuerdo a FAO, que para el 2050 vivan en la Tierra unos 9 mil millones de habitantes. Con este panorama la producción de alimentos actual, requerirá un aumento del orden del 50%.

Además, un problema real a resolver es que unos 815 millones de habitantes se encuentran en riesgo alimentario crónico, lo cual ocurre de la mano del cambio climático y de la creciente escases de tierras para cultivo y de fuentes de agua utilizable. El 64 % de esta población se encuentra en Asia.

En este contexto los vehículos aéreos de control remoto, conforman una herramienta de alto potencial para la recolección de gran cantidad de datos con alta precisión y en poco tiempo. Los drones, que de ellos se trata, tienen un alto poder para proveer información valiosa que influye de manera decisiva en la toma de decisiones.

Ellos, permiten detectar sutiles cambios en las plantas, de manera tal que anticipan la resolución y prevención de problemas con un tiempo de antelación y precisión que no son logrables desde el terreno. Al menos por el momento.


Los drones, equipados con sensores específicos colectan cantidad de imágenes multiespectrales que se aplican al cálculo de índices como el normalizado diferencial de vegetación (NDVI), el índice de área foliar, o el índice fotoquímico para mencionar algunos.

Deficiencias de nutrientes, presencia de enfermedades, ataques de insectos, stress de diferentes orígenes, como el hídrico, por ejemplo. Ellas son condiciones, o lo son a futuro mediato a la “vista” de estas tecnologías, que hacen descender el rinde de cada cosecha, y por ende la producción de alimentos.

Estos son los caminos que permiten anticipar la detección de problemas con muy poco error.

Ello permite otro descenso notable en el uso de insumos, de tiempo, de tierra, de agua.

Se trata de otro avance gigante en la producción agropecuaria, que implica notables cambios en el manejo de los cultivos y la producción de alimentos. Parece de ciencia ficción, pero hoy ya hay grandes compañías que aplican estas herramientas.

Desde planos de mayor altura respecto de las de los drones, aviones y helicópteros tripulados y no tripulados, permiten la recolección de datos y su comunicación con los mismos fines, pero con otra escala y otro costo. Y un servicio similar, pero desde mayor distancia a la tierra aún, ofrecen los satélites ubicados en sus órbitas para los mismos fines, de recolección de información en imágenes y su comunicación.

Desde FAO explican que “las pestes y enfermedades vegetales suponen un 30 por ciento de las pérdidas de las cosechas en todo el mundo”. Es entendible como, al reducir el tiempo de detección de estos factores adversos, y de otros --stress hídricos, insuficiencia o falta de nutrientes--, es real la reducción de los tiempos de acción en su prevención y control. Y que esta reducción impacta de manera positiva en la producción de alimentos.

Es fácil también entender, que con estas herramientas se reducen las cantidades aplicadas de fitosanitarios de fertilizantes e insumos en general, incluido el combustible para los equipos, necesarias para mantener o aumentar la salid de los cultivos, con lo cual se mejora de manera importante la relación con el amiente y se bajan costos de producción.

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